16 oct 2012
ESCUCHAR
Te regalo mi serenidad efímera,
cuando mi corazón se colma de olor de eucalipto,
mis pies del crujir de las hojas rosas, amarillas, marrones del otoño,
y mis oídos escuchan, sin que les quepa ni una duda, el consuelo del mar.
Me quedo mi miedo antigüo,
cuando el viento silba contra los cristales de la galería,
los espíritus fríos de niebla se cuelan entre las sábanas húmedas,
y la cabeza destila todos los porqués.
Ya que llevas tanto dolor
y hay tantas palabras que sobran y que dañan
hay tantas personas además de nosotros dos
Qué difícil escuchar
y decir las cosas fácil
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El otoño nos reviste de un barniz romantico.
ResponderEliminarBonitas letras.
Saludos